Con tan solo levantar la mirada hacia el firmamento, estamos en presencia de un montón de eventos espaciales. Por ahora ni siquiera los científicos más expertos son capaces de identificarlos todos. De hecho de uno que se tenía una información que parecía certera, se descubrió que es algo totalmente diferente. Se trata de la luz zodiacal que vemos en el horizonte cada día que amanece o cuando cae la noche.
Basta con apreciar un simple atardecer y ver como un resplandor con especie de estela, queda en el firmamento. De inmediato se relaciona al Sol, porque justo se acaba de esconder. Sin embargo, los científicos decían que era la luz de la estrella masiva reflejada en una nube de diminutas partículas de polvo que orbitan alrededor de ella.
Dicho polvo se relacionaba directamente a que algunas familias de asteroides y cometas lo ayudaban a transitar. Pero, recientes descubrimientos, por una simple fortuna de la sonda espacial Juno, logró dar con el verdadero origen de dicho polvo.
El origen del polvo que genera la luz zodiacal
Obviamente la luz zodiacal es apreciable a simple vista para la Tierra gracias al Sol. Lo que cambia es el origen de este polvo cósmico. La sonda espacial Juno se topó con parte de este polvo que llega hasta nuestro planeta producto de la atracción de la gravedad.
Dicen los científicos a cargo de Juno, que este descubrimiento no estaba entre sus planes. Detalla el portal de la NASA que los astrónomos e ingenieros instalaron cámaras y además añadieron el catálogo de lo que tenía que fotografiar. No obstante, dejaron un intervalo abierto para que realizara captura de algún evento extraño que se encontrara en el camino.
Fue allí donde se dio el cruce con las partículas de este polvo que aparecía y desaparecía en las imágenes. Entonces, tras rastrear el origen, lo único que fueron capaces de determinar es que viene de Marte.
El polvo que genera la luz zodiacal viaja entre la Tierra y el cinturón de asteroides. La gravedad de Júpiter no le permite salir al espacio profundo. Asimismo, la misma fuerza gravitacional del gigante mencionado, no permite el ingreso de estas nuevas partículas hacia el sistema solar interior.