Sismos, temblores, terremotos: no importa cómo los llamemos, en general no son una experiencia grata para los seres humanos.
Ya sea que vivamos en una zona en donde ocurren con regularidad o si han sido pocas las ocasiones en las que experimentamos un sismo son algo que por varias razones nos causan temor.
¿Está temblando?
Hay que aceptarlo: no nos parece muy natural que de pronto se mueva el piso, que siempre consideramos como estático y es nuestro marco de referencia natural para decir que otras cosas se mueven.
“Un terremoto fuerte destruye de una sola vez nuestras más antiguas ideas: la tierra, el mismo emblema de la solidez, se ha movido bajo nuestros pies como una delgada costra sobre un fluido; -un segundo de tiempo ha creado en la mente una extraña idea de inseguridad, que ni horas de reflexión habrían producido”.
Eso escribió el naturalista inglés Charles Darwin, después de presenciar en 1835, el terrible terremoto de Concepción, en Chile.
Y es que sin duda esa sensación de inseguridad es una de las cosas que más nos asustan de los terremotos, sumado a que ocurren sin previo aviso.
Los sismos no se pueden predecir
Ningún sismólogo, geólogo o científico en general se cansará jamás de recordarnos que no tenemos a nuestro alcance ningún método confiable para predecir cuándo y dónde ocurrirán los terremotos.
Sabemos sí, en qué lugares es más probable que ocurran: en las zonas donde convergen dos o más placas tectónicas que forman la corteza terrestre.
Podemos pensar que esos fragmentos grandes y sólidos están más o menos flotando sobre la capa superior del manto de la Tierra que está formada por rocas en parte líquidas; por eso es que las placas tectónicas se
En las zonas en donde las placas tectónicas pueden chocar, o sumirse una bajo la otra es donde se inician los terremotos: lo que llamamos epicentro.
Lugares con alta sismicidad: Chile, Japón, buena parte de México, son así porque están sobre lugares donde convergen diferentes placas tectónicas.
Escudos de protección continental
Aunque realmente no podríamos decir que exista en la Tierra ningún lugar sin actividad sísmica, si existen lugares donde ocurren muy rara vez porque están muy alejados de esas zonas sísmicas o si ocurren son de muy baja intensidad.
La Antártida es el continente con menos temblores en el mundo, que comparte con Siberia el clima helado, pero también las bajas posibilidades de que ocurra un sismo.
Igual que Quebec y Ontario, en Canadá, o São Paulo y Brasilia, en Brasil, así como las llanuras de la Cuenca del Orinoco, en Venezuela.
Todas estas zonas de baja sismicidad tienen en común que no solo que están más o menos lejos de límites de placas tectónicas, sino que están situadas sobre escudos continentales: regiones formadas por rocas muy antiguas y muy duras, en las que no pasan con facilidad las ondas sísmicas.
Así que ya saben a donde pueden mudarse si quieren librarse de los sismos. Solo consideren un poco el clima antes de hacerlo.