Desde que inició la pandemia hace casi un año, hemos buscado formas para mantenernos alejados del coronavirus en espacios públicos, pero también en nuestras casas.
Una de las prácticas más comunes que muchas personas hemos adquirido es el proceso de desinfectar o sanitizar cosas: empaques de alimentos, mesas, aparatos electrónicos.
Para eso ahora tenemos a nuestra disposición todo tipo de productos e incluso aparatos, pero podemos preguntarnos qué tan útiles son.
Limpiar, desinfectar, sanitizar
Los usamos como sinónimos, pero esos términos no quieren decir lo mismo, aunque el objetivo que busquen sea el de deshacernos de microorganismos que nos puedan dañar.
Limpiar es un proceso que involucra agua y jabón que asociamos generalmente con quitar suciedad visible, pero en muchos casos puede eliminar microorganismos, si el jabón los mata o los inactiva y además después el agua los arrastra, tal como pasa con el coronavirus.
No por nada una de las recomendaciones de salud que sigue vigente en la pandemia es que nos lavemos las manos con agua y jabón, al menos durante 20 segundos cada vez.
Desinfectar es usar sustancias químicas diferentes al jabón con el objetivo de eliminar por completo los microorganismos que estén en algún objeto o superficie.
Algunos desinfectantes comunes son el cloro y el alcohol, este último lo podemos usar para desinfectar nuestras manos, cuando no tenemos agua y jabón al alcance.
Hay que tomar en cuenta que los procesos de desinfección no son inmediatos: se deben dejar actuar las sustancias para que tengan efecto sobre los microorganismos y así asegurarnos de que realmente los eliminamos por completo.
Para sanitizar algo, puede que usemos desinfectantes o jabones, pero lo que estamos haciendo no es eliminar por completo los microorganismos sino disminuir la cantidad de ellos.
Luz UV para desinfectar
El jabón y los desinfectantes no pueden utilizarse en todas los casos para eliminar microorganismos, pero existen otras formas: muchas bacterias y virus se destruyen cuando los exponemos a la luz UV.
Este es un tipo de luz que no es visible para nuestros ojos, se llama ultravioleta porque corresponde a una parte del espectro electromagnético que tiene una energía superior a la luz visible de color violeta.
Debido a sus características: longitud de onda pequeña y energía grande, es que interactúa con los seres vivos y puede destruir microorganismos: existen estudios que muestran que el uso de lámparas de luz UV es útil para controlar infecciones en hospitales.
Por esta razón cada vez es más común ver que se vendan aparatos que emiten esta luz y que se anuncian como una alternativa para “sanitizar” o desinfectar, desde celulares hasta el aire de una habitación.
Sin embargo para lograr este objetivo se debe tomar en cuenta que no toda la luz UV tiene la misma energía: para destruir virus se necesita luz de alta energía y un tiempo de exposición adecuado.
La mayoría de los aparatos comerciales que se venden con estos fines no tienen especificaciones suficientes al respecto: ni el tipo de luz UV que proporcionan, ni del tiempo necesario para lograr la desinfección.
Además, debes tener mucho cuidado de que la luz de estas lámparas no llegue a tus ojos ni a tu piel: por sus características la luz UV también daña nuestras células, incluso puede causar cáncer de piel, después de una exposición prolongada.
Entonces las opciones que ya conoces siguen siendo mejores que una lámpara de luz UV: lavarte las manos continuamente, mantener la distancia social, usar (doble) mascarilla.
Además no olvides que ahora sabemos que el coronavirus más que depositarse en las superficies, queda suspendido en el aire: así que ventilar los espacios cerrados será una forma más barata y adecuada para bajar el riesgo de contagio.