Nuestro cuerpo tiene un olor característico, aunque es muy difícil que lo percibamos en nosotros mismos. Y no me refiero a olores fuertes como el sudor, sino al sutil aroma que todos tenemos.
Ese tal vez no es igual a lo largo de un día, porque en él por supuesto influye nuestra actividad física e incluso lo que comemos; y también cambia a lo largo de nuestra vida.
Bioquímica de los olores
Si podemos percibir un olor, quiere decir que a nuestra nariz llegaron varias moléculas de alguna sustancia volátil.
Si esas voladoras moléculas atinan a llegar a nuestra nariz, entonces las olemos, por supuesto si llegan en suficiente cantidad para interactuar con los receptores olfatorios: las células especializadas que tenemos en la nariz para detectar olores.
En general los olores cotidianos, ya sea de una flor o de nuestro cuerpo son producto de la combinación de varias sustancias volátiles, no solo de una.
Se ha intentado identificar cuántos olores diferentes percibimos los humanos y se tiene reconocidas al menos 10 categorías: fragante/floral, leñoso/resinoso, frutal no cítrico, químico, mentolado/refrescante, dulce, quemado/ahumado, cítrico, podrido y acre/rancio.
Olor a nuevo
Si alguna vez han olido la cabeza de un bebé, saben lo que quiere decir el verdadero “olor a nuevo”, al menos el de “ser humano nuevo”.
Los bebés tienen un olor muy particular, que en general resulta agradable para la mayoría de nosotros.
Esto seguramente es una estrategia evolutiva en la que se confabulan nuestra nariz y cerebro para que tengamos más deseos de estar cerca de un bebé, que necesita totalmente de nosotros para sobrevivir.
Definitivamente cuando crecemos perdemos ese olor tan especial y adquirimos otros quizá ya no tan agradables: especialmente en la adolescencia, cuando empezamos a tener un sudor muy oloroso.
Olor a viejo
Afortunadamente las cosas mejoran y cuando somos adultos jóvenes el olor de nuestro cuerpo no es tan terrible, ¿o no?
Un estudio de percepción de olores humanos, hecho por un grupo de neurocientíficos, en 2012 muestra que en realidad nuestro olor corporal es menos intenso y resulta menos desagradable para los demás cuando somos más viejos, que cuando somos adultos jóvenes o de mediana edad.
Aunque nuestro aroma corporal es una combinación de varios compuestos, sabemos que al envejecer en nuestra piel produce más un compuesto orgánico, que también está presente en la cerveza: el 2-nonenal.
Otra conclusión interesante de este estudio, es que los seres humanos somos capaces de evaluar la edad de una persona a partir de su olor, y lo hacemos de forma más eficiente si se trata de adultos mayores, lo cual tal vez quiere decir que nuestros receptores olfatorios son más sensibles al 2-nonenal.
De cualquier forma, esto es una muestra de que no debería inquietarte el olor que tendrás cuando llegues a viejo, sino más bien el que tienes ahora. Pero no te preocupes, mejorará.