Comer es una necesidad básica: no somos plantas que hagamos fotosíntesis para producir nuestro propio alimento, así que comemos para conseguir los nutrientes esenciales que necesita nuestro cuerpo para funcionar.
Pero los seres humanos no solo comemos por necesidad: comemos juntos como una forma de socializar y la forma en que preparamos los alimentos es también parte de nuestra cultura.
Comida y salud
En la vida actual, la comida además de una necesidad y un placer se ha vuelto un problema: el sobrepeso y la obesidad son comunes en casi todo el mundo y en todos los grupos de edad.
Esto es un problema de salud pública mundial, porque el sobrepeso y la obesidad están asociados a otros problemas de salud como: hipertensión, aterosclerosis, osteoartritis, diabetes tipo 2, entre otros.
Este complejo problema de salud tiene su origen en la comida: subimos de peso porque nuestro cuerpo acumula grasa cuando consumimos más calorías de las que necesita para funcionar.
Y aunque cada vez tenemos más información sobre lo importante que es mantener una alimentación adecuada, también cada vez más gente tiene estos problemas de salud, ¿será porque no pueden dejar de comer?
Comer para vivir
Nuestro cuerpo evolucionó para acumular energía, porque nuestros antepasados no tenían alacenas llenas de comida: eran cazadores y recolectores, eso quería decir que había periodos en los que no tenían acceso a alimentos.
La forma en que nuestro cuerpo guarda las calorías extra es en forma de depósitos de grasa, lo que llamamos tejido adiposo.
Para los primeros seres humanos eso fue muy útil, para nosotros no tanto, sobre todo porque cada vez comemos más calorías, pero también cada vez nos movemos menos.
Esas calorías “extra” vienen no solamente de comidas abundantes: en la preparación y el procesamiento de los alimentos les añadimos azúcares o grasas, que se suman a las calorías que naturalmente tienen los alimentos.
Vivir para comer
Hace miles de años comer algo con muchas calorías significaba tranquilidad: quería decir que tu cuerpo tendría energía para pasar un invierno con poca comida. Ahora ya no quiere decir eso, pero igual somos felices si nos comemos unas papas fritas o un pedazo de pastel.
Nuestro cerebro también evolucionó de forma que las comidas con muchos carbohidratos y lípidos activan un sistema de recompensa del cerebro, que tiene un papel muy importante en las sensaciones de bienestar, que también se activa con sustancias adictivas como la cafeína o el alcohol.
En todo caso la conclusión más equilibrada podría ser que una hamburguesa o un chocolate no causan adicción por sí mismos, pero el acto de comer sí puede estar relacionado con algunos comportamientos similares a los que se presentan en una adicción.
Si empezamos por reconocer esto, tal vez podemos ser más conscientes en de las decisiones que tomamos respecto a nuestra alimentación, para conseguir un estilo de vida más saludable.